
Una de estas tantas máximas es la que resuena en mi cabeza desde hace ya un tiempo, y sobre la cual voy a escribir. Me la contó Roberto Spigno, compañero del politécnico del Negro durante los tres únicos años en que este erudito de la calle calentó un pupitre...
“En el fútbol se sufre más de lo que se disfruta” habría enunciado, palabras más, palabras menos, comentando alguna que otra derrota canaya...
Y el tipo entendía de lo que estaba hablando... el fútbol es sin dudas la más masoquista de las pasiones... Te premia con alguna que otra vuelta olímpica o un clásico ganado, pero te llena la cara de puñetes cuando te tenés que morfar el gol de chilena de Trotta con la camiseta de River, un miércoles a la noche en el monumental, que te arrebata el campeonato... o la pifeada del último hombre de tu defensa que le regala el gol del triunfo sobre la hora a Olimpo... o el penal del Negro Gamboa que nunca tocó la red de aquel arco del Morumbí...
Pregúntenle a mi viejo que piensa de este postulado... estoico aguanta el relato radial, fin de semana tras fin de semana; cuando se juega el domingo a la tarde finge una siesta con la radio encendida, mientras putea por lo bajo (o a gritos pelados) recordando aquellas gloriosas épocas de los ’70 en que el Mono Oberti encaraba por el medio y no había quien lo parara... “Nos tenían miedo” recuerda... Yo lo cargo, le digo que es “Pecho Frío”, pero verdaderamente, viéndolo sufrir como lo hace, es un hincha con todas las letras.
El sábado en la cancha, uy... estamos todos locos... Yo tenía un pinchazo en el estómago insoportable; al lado mío un tipo no paraba de caminar... “Me duele el pecho...” me dice mientras un patadura de los que tenemos como volantes acomoda la pelota para patear otro corner intrascendente.
Pero ahí estamos, y seguiremos estando... mirando sin entender el televisor a la madrugada, mientras Svenson clava un tiro libre que te deja fuera del mundial... puteando a un injusto referí que no te cobra un penal... haciendo cálculos con los promedios y promesas estúpidas que nunca llegaremos a cumplir... Porque el fútbol nos atraviesa y como diría el tango... “Primero hay que saber sufrir...”
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