
Yo, gordito y pecoso, era bastante gil y me portaba bien en todos lados (salvo en mi casa). Creo que uno de los actos de mayor maldad de mi infancia lo tuve para con este amigo, y con esto de las navidades, lo tuve presente en estos días.
Una tarde de diciembre andabamos de esquina a esquina con nuestras bicis, y en un momento, haciendo abuso del año de diferencia, le chanté en la cara una información que para ese entonces yo manejaba y aparentemente él no.
Incrédulo me miraba, helado tras recibir aquella noticia. Dejó su bici tirada en la vereda, entró a su casa y al cabo de unos minutos salió con cara larga, secundado por su madre, cuyos ojos me dirigieron una mirada fulminante.
Sí, estaba confirmado... Papá Noel eran los padres...